El Gobierno de Benjamín Netanyahu no ha podido resistir a la tentación de tener la última palabra en su peligroso pulso con Irán. Desoyendo los llamamientos de sus aliados, con Estados Unidos a la cabeza, y de sus vecinos, esta madrugada ha lanzado un ataque de represalia contra una base militar en la provincia de Isfahán que, como es su práctica, Israel no ha confirmado ni desmentido. A falta de conocer los daños precisos, la primera reacción de Teherán minimizando el alcance de la operación da esperanzas de que el rifirrafe se pare de momento ahí.
Con la astucia que les caracteriza, los responsables iraníes se han agarrado a la falta de firma del ataque para avanzar que no habrá una respuesta inmediata. “No está claro quién está detrás”, justificaba un alto cargo iraní a la agencia Reuters. El jefe del Ejército enseguida ha declarado que la explosión que se ha producido en Isfahán se debía al disparo de los sistemas de defensa antiaérea contra “un objeto sospechoso” que no causó ningún accidente ni daños.
Esta reacción de cabeza fría da la impresión de haber estado calculada de antemano. De hecho, desde el primer momento de conocerse la explosión de al menos un misil en las cercanías de la ciudad de Isfahán, los medios estatales iraníes han rebajado el asunto. La línea oficial es de hacer burla del ataque tachándolo de carente de envergadura e ineficaz. Llama la atención la rapidez con la que la Guardia Revolucionaria, el verdadero poder del régimen, ha difundido imágenes de unos microdrones que, aseguraba, eran del tipo que había usado Israel.
Importante también para rebajar la tensión ha sido el comunicado del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) precisando que las instalaciones nucleares de Irán no han resultado dañadas. En la provincia de Isfahán se encuentra la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz, además de un Centro de Tecnología Nuclear que opera un reactor miniatura. El programa nuclear de Irán es una obsesión de Netanyahu que lleva años advirtiendo de que la República Islámica está a punto de lograr una bomba atómica. Un golpe israelí a cualquiera de las instalaciones nucleares iraníes no hubiera quedado sin respuesta.
De momento, el objetivo ha sido una base militar que guarda obsoletos bombarderos F-14. Todo apunta a que Israel buscaba vengar el ataque iraní de la semana pasada contra su base de Nevatim, que a su vez fue una represalia contra el bombardeo israelí contra la sección consular de la Embajada de Irán en Damasco (Siria), una peligrosa sucesión de golpes que ha rebajado el umbral de conflicto entre ambos y que ha puesto en alerta a la región. El hecho de que a lo largo de la mañana, el petróleo fuera moderando su alza inicial da un respiro… hasta la próxima.
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